Una
noción extendida al respecto de la innovación habla de una innovación
practicada por un pull de empresas con músculo financiero, que cotizan en bolsa
y que dedican recursos a elucubrar acerca de ideas disruptivas. Nada más lejos
de los clichés. La innovación es una herramienta especialmente útil y sencilla para
hacer que las compañías pequeñas puedan tener aspiraciones de grandes y para que
grandes no dejen de serlo y deriven, con los cambios de tendencia, a una deriva
agónica.
Permanecer
de forma equilibrada en el mercado requiere realizar innovación continua en
la empresa, trabajando de forma sostenible en sus productos, en su modelo, su
identidad verbal o sus procesos productivos entre otras cuestiones, pero no
siempre en términos de cambio o ruptura con lo existente, sino de revisión de su
adaptación al mercado. La innovación se configura dentro de una compañía como
la herramienta perfecta para llevar a cabo una transformación competitiva que
permita su posicionamiento y su crecimiento continuado a lo largo del tiempo.
Analizando
un compendio de compañías que no vieron el Iceberg que se encontraba en su
camino, podíamos glosar un listado de características comunes a todas ellas. Seguro
que en la mayoría de los casos podríamos concluir que la innovación es una
característica necesaria en la selección natural de las empresas y que éstas
habían realizado pocos esfuerzos en este sentido. Bien es cierto que lo positivo
de esta consideración es que como característica no es innata, ni limitada a
cupo, sino todo lo contrario, es un conocimiento metodológico rápidamente
imprimible si se aplican las medidas adecuadas y se apuesta por invertir en
adquirirla y utilizarla.
Así
pues si la innovación es la mejor herramienta de anticipación para los momentos
económicamente inciertos, estaríamos también de acuerdo en que innovar no es
para evitar que el barco se hunda, sino para saber en todo momento explotar el
potencial de la nave y las posibilidades de los rumbos, pudiendo incluso avistar
los Iceberg o predecir devastadoras
tormentas antes de que sucedan y lo que es más importante, para tener una
visión clara de otros posibles océanos donde navegar con menores riesgos y
necesidades de esfuerzo para conquistar territorios.
Más
allá de metáforas, la realidad de muchas empresas tiene que ver con una visión
más operativa, gracias a un conocimiento claro para esquivar obstáculos, pero a
veces aferrados a perspectivas estáticas detrás de largos planes estratégicos,
hechos varios años atrás o a políticas de expansión con estudios realizados en
situaciones diferentes a las que puedan acontecer en la actualidad.
En
un contexto donde el movimiento es imprescindible para no zozobrar, la
innovación bien practicada es una capacidad a perseguir para seguir navegando
con el mismo éxito en el mercado.